30 de diciembre de 2008

Las nuevas banderas de la Marina de Guerra Revolucionaria de la República de Cuba

1. Necesaria introducción

La novedad de estas banderas no radica en su uso, sino en su divulgación. Hasta el momento, la enorme mayoría de los sitios en internet y de bibliografía especializada, recogen banderas cubanas que estuvieron vigentes hasta el derrocamiento de la dictadura del general Fulgencio Batista. El 1 de enero de 1959 se produjo en el país un vacío de poder que, tras varios intentos del oficialismo por salvarlo, cedió terreno definitivamente al Gobierno Provisional creado en la biblioteca de la Universidad de Oriente, ciudad de Santiago de Cuba, y que luego se trasladó para su sede definitiva: la Habana.

El poder se nucleó en un órgano que ejercía facultades constituyentes, legislativas y ejecutivas: el Consejo de Ministros, cuya producción legislativa necesita aún un estudio más profundo. El 13 de enero de 1959, se aprobó la Ley número 13, en virtud de la cual se suspendieron las disposiciones normativas que organizaban el Ejército de la República; por lo tanto, en buena técnica jurídica, las banderas de la Marina de Guerra son obsoletas desde 1959, al quedar suspendido el reglamento que regía el funcionamiento de este cuerpo armado.

La Marina de Guerra fue reorganizada bajo la égida del nuevo gobierno del mismo modo que los franceses revolucionarios renovaron su Estado en fines del XVIII: para empezar, a su nombre fue agregado la partícula “Revolucionaria” para reforzar la idea del nuevo modelo, y como es lógico, también se lucubraron nuevas banderas para identificar a las autoridades del Estado, el Gobierno y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR, en lo adelante).

2. Las banderas

Quien escribe estas líneas no ha podido determinar hasta el momento cuándo fueron aprobadas estas banderas, sólo que su aprobación es posterior a 1992, toda vez que en ese año fue modificado el texto constitucional y reorganizados los numerales de sus artículos (el artículo 4 era el número 2 antes de la reforma). Todo parece indicar que el Estado Mayor de las FAR estableció de iure las banderas e insignias que podía emplear la Marina en el Reglamento de la Marina de Guerra Revolucionaria, lo cual no significa que nacieron con la norma jurídica. Es posible que se vengan empleando desde mucho antes. El problema está en que como la norma no se publica, no es posible verificar su autenticidad, y por lo tanto, en buena técnica, puede calificarse de inexistente.

Destaca, en primer lugar, que este Reglamento… establece que “cuando las banderas son llevadas por unidades que se mueven, combaten o desfilan, se denominan estandartes”. A mi juicio, es una definición pobre y que demuestra el escaso dominio de la ciencia vexilológica por parte de la jerarquía del ejército cubano.

Será lo mejor publicar el texto íntegro del fragmento del Reglamento… y dejar los análisis para una próxima entrada.

Maikel Arista-Salado
30 de diciembre del 2008


INSIGNIAS DE LOS JEFES EMPLEADAS POR LA MARINA DE GUERRA REVOLUCIONARIA

Artículo 185. En las unidades y buques de la Marina de Guerra Revolucionaria, se emplean las siguientes insignias de los jefes (Anexo No. 4)

a) Bandera del Presidente del Consejo de Estado: es cuadrada, de color azul turquí; lleva al centro el escudo de la palma real en colores, inscrito en una circunferencia imaginaria de diámetro igual a la mitad del ancho de la bandera.
b) Bandera del Comandante en Jefe: es rectangular, de color blanco y su largo tiene vez y medio su ancho; en su interior lleva una franja roja, a una distancia de los bordes de la bandera igual a un doceavo de su ancho, siendo el ancho de la franja igual a la mitad de esa distancia; en el centro lleva la insignia del Comandante en Jefe.
c) Bandera del Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias: es rectangular de color rojo, y su largo tiene vez y media su ancho; en su interior lleva una franja blanca a una distancia de los bordes de la bandera igual a un doceavo de su ancho; siendo el ancho de la franja igual a la mitad de esa distancia; en el centro de la bandera tiene bordada, en color amarillo, la adarga del escudo con una altura igual a la mitad del ancho de la bandera; inscrita en el escudo lleva bordada una estrella en el mismo color de la adarga y con una de sus cinta puntas hacia arriba.
d) Bandera del Viceministro Primero: es rectangular, de color azul turquí, con el borde exterior en rojo y su largo tiene vez y media su ancho; en su interior lleva una franja blanca a una distancia de los bordes de la bandera igual a un doceavo de su ancho, siendo el ancho de la franja igual a la mitad de esa distancia; en el centro de la bandera tiene bordada, en color blanco, la adarga del escudo con una altura igual a la mitad del ancho de la bandera; inscrita en el escudo lleva bordada una estrella en el mismo color de la adarga del escudo y con una de sus cinco puntas hacia arriba.
e) Bandera del Viceministro Jefe del Estado Mayor General: será rectangular, de color azul turquí y su largo tendrá vez y media su ancho; interiormente llevará una franja blanca a una distancia de los bordes de la bandera igual a un doceavo del ancho de esta bandera, siendo el ancho de la franja igual a la mitad de esa distancia; en el centro de esta bandera irá bordado en color blanco la adarga del escudo con una altura igual a la mitad del ancho de la bandera; inscrita en el escudo llevará bordada una estrella en el mismo color de la adarga del escudo y con una de sus cinco puntas hacia arriba.
f) Bandera del Jefe de Ejército: es rectangular, roja con largo igual a vez y media su ancho y tiene en su parte superior izquierda un campo blanco, en cuyo centro lleva una estrella de color rojo con una de sus cinco puntas hacia arriba, inscrita en una circunferencia imaginaria, cuyo radio será igual a un octavo del ancho de la bandera; el ancho de la parte blanca será cinco doceavas partes del ancho de la bandera y el largo un tercio del largo de la bandera.
g) Bandera del Jefe de la Marina de Guerra Revolucionaria: es rectangular, roja, con largo igual a vez y media su ancho y tiene en su parte superior izquierda un campo blanco, en cuyo centro lleva un ancla de color rojo; el ancho de la parte blanca es cinco doceavas partes del ancho de la bandera; la longitud del ancla es igual a un tercio del ancho de la bandera; lleva una estrella de color blanco con una de sus cinco puntas hacia arriba, inscrita en una circunferencia imaginaria, cuyo radio es igual a un octavo del ancho de la bandera.
h) Bandera del Segundo Jefe de la Marina de Guerra Revolucionaria: es rectangular, de color azul turquí, con un largo igual a vez y media su ancho; en su parte superior izquierda tiene un campo blanco en cuyo centro lleva un ancla roja y su ángulo superior derecho, una estrella blanca; el campo blanco con su ancla y la estrella están dispuestas en la misma forma y proporciones que las especificadas para la bandera del Jefe de la Marina de Guerra Revolucionaria.
i) Bandera del Jefe de la Base Naval (Jefe de la Academia Naval): es rectangular, con un largo igual a vez y media su ancho, de color blanco, con una franja roja desde su borde inferior, cuyo ancho será igual a un cuarto del ancho de la bandera; en su centro blanco lleva un ancla encepada, roja, cuya longitud será cinco octavos del ancho de la bandera; en su ángulo superior derecho lleva una estrella roja con una de sus cinco puntas hacia arriba; la estrella estará en la bisectriz del ángulo e inscrita en una circunferencia imaginaria, cuyo radio será igual a un octavo del ancho de la bandera y su centro a una distancia del ángulo igual al diámetro de la circunferencia.
j) Bandera del Jefe de Escuadrilla: es rectangular, con un largo igual a vez y media de su ancho, de color blanco, con una franja azul turquí desde su borde inferior y cuyo ancho es un cuarto del ancho de la bandera; en su centro blanco lleva un ancla encepada color azul turquí, cuya longitud es cinco octavos del ancho de la bandera.
k) Gallardete del comandante del buque: es un triángulo isósceles, dividido en dos partes iguales; azul turquí la superior y blanca la inferior; en su parte más ancho lleva un triángulo equilátero rojo.

23 de diciembre de 2008

La bandera luctuosa del Gobierno cubano


La creación de símbolos es un elemento de constante presencia e incesante desarrollo en la comunidad humana, no en balde se ha dicho y defiendo la idea que los símbolos permiten que el hombre sea un ente también social, además de biológico, y como creación material, el símbolo forma parte de su patrimonio cultural tangible e intangible, pero al encarnar determinados valores —antivalores incluidos—, cualidades morales o la propia identidad territorial, ocurre un complejo proceso en el que el propio símbolo se convierte en parte de la identidad que quiere recrear. Como bien se ha dicho, el símbolo escapa a toda definición, y no es este el espacio dedicado a tales disquisiciones doctrinales en torno a la naturaleza del símbolo, sino a documentar uno en particular; no obstante, se hace necesario hacer un bosquejo histórico sobre la especie de este símbolo y la ciencia que los estudia: la Vexilología.

Los símbolos vinculados a los procesos políticos del país han sido en lo fundamental banderas, quizá por su mayor vistosidad a largo alcance, quizá porque como requiere mayor abstracción, su confección se hace más sencilla, como también los materiales a emplear. A ello ayuda el hecho de que son símbolos diseñados para ser vistos desde varios ángulos, mientras que otros, como los escudos, no tienen esta facilidad. El siglo XXI cubano fue inaugurado con una nueva bandera, llamada “del luto”, por cuanto ello es lo que representa. Su confección y empleo resulta de una singularidad extraordinaria, y justamente por su cotidianidad, merece un detallado estudio, incluso uno más amplio que el que tenemos el gusto de presentar en este breve artículo.

A lo largo de nuestro medio siglo de historia republicana (1902-1952) y los años de la dictadura batistiana, diversos cronistas han mencionado el empleo de banderas en grupos y movimientos políticos del país; sin embargo, al parecer no tuvieron la visión de tomar las necesarias descripciones de esos paños, o quizá no consideraron el hecho de importancia como para registrar sus insignias. De esta manera, por ejemplo, se infiere que los Independientes de Color emplearon una bandera, quizá la propia de la República y por ello no se ha podido encontrar algún documento o prueba empírica relativa a su existencia. Este estudio importa a la Simbología y específicamente la Vexilología cubanas en el sentido que garantiza datos vexilográficos, vexilonómicos e históricos de una bandera de reciente creación, es decir, la llamada bandera luctuosa o enlutada.

También el siglo XXI cubano presume de haber sido inaugurado con una bandera política, cuya descripción, empleo y semiología, se explicará en el resto de esta Nota. En efecto, el 6 de febrero del 2006, a las 6:00 pasado meridiano, un batallón de ceremonia izó 138 banderas negras cargadas de una estrella blanca en un lugar creado a tales efectos y bautizado como el Monte de las Banderas, justo detrás de la Tribuna Antimperialista José Martí. Esta bandera se conoce con el adjetivo agregado de luctuosa o del luto, es decir: la bandera luctuosa. El periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, divulgó la noticia en su edición única del día siguiente al través de una pequeñísima nota de la periodista María Julia Mayoral, y el día siguiente por Gabriel Dávalos; incluso, en la edición única del día 7, el logotipo del periódico, que tradicionalmente es rojo, se imprimió en negro, al parecer también en señal de luto, con el ánimo de reforzar la idea que ya dejaba la bandera, cuya noticia aparece en primera plana.

Las banderas de luto son de tela negra, y traen todas, una estrella pentagonal blanca, regularmente al centro, con una punta orientada hacia el orillo superior. La posición de la estrella no siempre es la misma ya que, en dependencia de las dimensiones de la bandera, aquella se ubica descentrada hacia el flotante o batiente, o se ubica entre los tercios medio y superior del paño. Las dimensiones de la bandera enlutada constituyen un punto interesante a tratar ya que se confeccionaron de tres dimensiones a partir de la proporción 1:2 (se lee “uno es a dos”): de 10 x 5, de 8 x 4 y de 6 x 3 (todas las dimensiones se expresan en metros). Un observador acucioso notará que en las dimensiones se emplean los clásicos números pitagóricos y sus respectivos duplos. Por otra parte, las banderas se encuentran izadas en astas de 32, 26 y 21 metros de altura, en correspondencia cada una con su dimensión. Como puede verse en la figura, sus diseños no son regulares con relación a la estrella cargada en el paño.



¿Cuál ha sido la tradición practicada en Cuba para representar el luto desde la posición del Estado? Dilucidado esto podremos analizar cuán novedoso o no puede ser la creación de la bandera enlutada. Hasta la promulgación de la Ley número 42, de 21 de diciembre de 1983, de los Símbolos Nacionales, el luto podía representarse en la bandera con un lazo negro puesto debajo del cabezal, para las banderas enastables. La Ley número 42 establece en su artículo 5, lo siguiente:

ARTÍCULO 5.—En los días de duelo nacional u oficial, la bandera se iza a media asta.

Es el Decreto número 143, Reglamento de la Ley número 42, de 13 de abril de 1988, el que establece la forma en que se lleva la Bandera Nacional a media asta, y lo hace del modo siguiente:

ARTÍCULO 11.—En los días de duelo nacional u oficial, la bandera de la estrella solitaria se izará a media asta. El izaje se realizará vigorosamente hasta el tope del asta e inmediatamente se bajará lentamente desde el tope hasta media asta, considerándose ésta como un punto situado a una distancia del tope igual al ancho de la bandera.
Para arriar la bandera que esté a media asta se izará hasta el tope y se arriará de acuerdo con lo que se establece en el Artículo anterior.

No obstante, el artículo 20 del propio Reglamento de la Ley número 42, de 13 de abril de 1988, establece que en una manifestación o acto de duelo la Bandera Nacional se deberá izar hasta el tope de una pequeña lanza. El duelo se indicará con dos gallardetes o cintas de color negro sujetos a la lanza debajo de la moharra. En los desfiles y ceremonias los gallardetes o cintas tendrán veinte centímetros de ancho por dos metros de largo. La práctica ha indicado que, si bien es posible izar a media asta las banderas endrizables, las enastables no se exhiben a media asta ni enlutadas; la legislación regula las primeras y no las segundas.

El eminente Dr. Enrique Gay-Calbó en su libro Los símbolos de la Nación cubana. Las banderas, los escudos, los himnos, página 23, escribe y cito:

“El día anterior, 19 de mayo, se había conmemorado en plena devoción un aniversario más de la muerte de José Martí, las banderas cubanas aparecían con un crespón negro”.

Y es esta la más antigua referencia documentada sobre el uso de la Bandera Nacional en manifestaciones de duelo, es decir, cuando fue usada en recordación de la muerte de José Martí, el Apóstol de la independencia cubana, el 19 de mayo de 1902, un día antes de nacer de derecho, aunque lisiada, la República de Cuba.

Los símbolos cubanos aún no serían establecidos legalmente hasta abril de 1906 con el Decreto presidencial número 154, del día 24, el cual, amparado por la Ley del Congreso de 6 de enero del propio año, por vez primera dispuso la descripción de los símbolos del Estado cubano; de manera que este uso responde a una tradición que consistía en coser un crespón —gasa de urdimbre más retorcida que la trama— negro en su centro.

Segun la explicacion oficialista el color negro de la bandera simboliza el luto del pueblo cubano por tantos años de agresiones del Gobierno estadounidense, cuyo resultado ha sido la muerte de más de mil personas, y la estrella blanca representa la dignidad del propio pueblo que, a pesar de las atrocidades contra él cometidas, se sabe crecer ante las adversidades y mantener su dignidad en alto. Es esta la interpretación que se le ha dado a la bandera luctuosa.

Fueron izadas 138 banderas por los años de lucha; 2006 menos 138 es igual a 1868, año en que se proclama la República de Cuba en Armas y comienza una larga lucha de treinta años por la independencia del país.

Hasta el momento no hemos encontrado —lo más probable es que no exista— disposición normativa alguna que autorice y regule la creación e izamiento de la bandera luctuosa, de manera que tiene la desventaja de no haber nacido de una disposición normativa y por tanto, de alguna manera se quebranta el principio de legalidad que debe regir la actuación de la Administración Pública. Existe uniformidad de criterio en considerar que la causa que originó el izamiento de estas banderas fueron las provocaciones del Gobierno de los Estados Unidos de América al través de su Oficina de Intereses en la Habana, en la cual desplegaron un cartel lumínico que a determinada hora y segun la informacion divulgada por el gobierno, trasmitía noticias, consignas y frases irrespetuosas hacia el gobierno cubano. En respuesta, la dirección del país decidió ubicar banderas que representasen el luto, de forma que el cuerpo de éstas cubriese la anchura del cartel lumínico. Y así se hizo.

Las banderas negras estuvieron izadas permanentemente desde el 6 de febrero hasta el 24 del propio mes, día en que, con motivo de la celebración del 111 aniversario del reinicio de las luchas independentistas (24 de febrero de 1895) se arriaron las 138 banderas negras y en sus lugares, se izaron Banderas Nacionales, las cuales estuvieron ondeando durante 24 horas, a cuyo término, fueron todas arriadas y vueltas a izar las banderas enlutadas. Desde el 24 de febrero del 2006, no han sido retiradas las banderas luctuosas, las que se sustituyen periódicamente por deterioro, excepto durante los días de la Rebeldía Nacional, específicamente el 25 y 26 de Julio del propio año, que fueron arriadas e izadas en su lugar 138 banderas nacionales, y el 31 de diciembre del 2006 y 1º de enero del 2007, que se volvieron a izar en el lugar de las luctuosas 138 banderas nacionales, en saludo al aniversario 48 del triunfo de la Revolución cubana. El 6 de febrero del 2007 se cumple el primer aniversario de existencia de esta bandera.

Maikel Arista-Salado y Hernández,
La Habana y 18 de enero del 2007

Fuentes:
Base de datos de la Tribuna Antimperialista José Martí.
DICCIONARIO ARISTOS DE LA LENGUA ESPAÑOLA. Madrid, 1962.
GAY-CALBÓ, Enrique. Los símbolos de la nación cubana. Las banderas, los escudos, los himnos. Ediciones Boloña. La Habana, 1999.
GRANMA. Órgano oficial del Partido Comunista de Cuba. Ediciones de Febrero del 2006.
MINISTERIO DE JUSTICIA. Ley de los símbolos nacionales y su Reglamento. Órgano de Divulgación del Ministerio de Justicia. La Habana, 1989.
ROIG DE LEUCHSENRING, Emilio. Banderas oficiales y revolucionarias de Cuba. Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana. La Habana, 1950.
SOCIEDAD ESPAÑOLA DE VEXILOLOGÍA. Diccionario de Vexilología. s/a.

Entrevistas a:
Vidal Rodríguez Ávila, Director de la Tribuna Antimperialista José Martí.

Banderas reflexivas, irreflexivas e incusas

Al estudiar las banderas, no deja de llamarme la atención la relación entre sus caras, y el hecho de no haber encontrado hasta el momento un estudio de las posibilidades que pueden resultar a partir de la diversidad de diseños. Tal vacío teórico puede deberse a la lamentablemente escasísima y rarísima bibliografía que sobre Vexilología existe en nuestro país, con algunos textos históricos, meramente descriptivos, y otros, más teóricos, que no abordan esta temática, de manera que, al tener en cuenta estos antecedentes, surgen algunas líneas de reflexión teórica que no pretenden sino acercarnos a un tema de urgente revisión práctica en nuestro país, donde se producen, con altísima frecuencia, banderas discordantes y defectuosas, al no considerar la importancia de la relación entre las caras del paño.

Urge entonces, para comenzar este minúsculo estudio, definir qué entendemos por cara, la que, a nuestro juicio, puede definirse con el diseño de cada lado del paño. Consecuentemente, cada bandera tiene dos caras, pero no todas las banderas tienen anverso y reverso. Los términos anverso y reverso son importados de las Ciencias Numismáticas, específicamente de la Numismática y la Medallística. Se denomina convencionalmente anverso a la cara principal de las monedas y medallas, la cual se determina en cada caso por el valor facial y el tipo (alegoría motivo), respectivamente. Existe anverso y reverso sobre la base de la diferencia entre las caras de las distintas piezas, de manera que si una pieza tiene idénticas caras, consecuentemente no tiene anverso ni reverso.

En el caso de las banderas, aquellas con caras iguales no tienen anverso ni reverso, como el caso de las banderas nacionales de la Repúblicas de Cuba, Chile y Panamá. Estas banderas que tienen caras idénticas, las he denominado como banderas reflexivas, sin perjuicio de otras clasificaciones o definiciones. Las considero reflexivas porque se “reflejan” exactamente igual una cara con otra.

Otras banderas, sin embargo, muestran caras discordantes, y en este caso aparecen las instituciones de anverso y reverso: son las banderas irreflexivas. Para una mejor comprensión de estas líneas, puede definirse como banderas irreflexivas, aquellas que tienen anverso y reverso. Existen tres tipos de banderas irreflexivas. Difícil sería entonces definir cuándo estamos en presencia del anverso y cuándo del reverso. Una posible solución podría ser la de considerar el anverso como la cara que queda a la derecha del asta, al tener en cuenta que leemos las banderas como mismo leemos las palabras: de izquierda a derecha, y entonces el reverso podría considerarse como la cara que queda a la izquierda del asta. Es una irreflexión propia. Es este el caso de la bandera de la República del Paraguay. Existe otro caso de discordancia entre anverso y reverso, y es el de los anversos continuados, es decir, son banderas en las cuales el diseño del anverso no se completa sino con el reverso, donde culmina, dentro de este grupo pueden incluirse las banderas Hazaña Laboral, entregadas por cada Sindicato Nacional, y sólo puede conocerse la procedencia de la bandera al estudiar el reverso, porque en él se coloca el emblema de cada Sindicato, es decir, que para saber el significado de la bandera, no basta el anverso, sino que éste concluye su mensaje con el reverso. Y por último, destacan en las banderas irreflexivas las banderas incusas, que no son aquellas que muestran una cara plena, o lisa, sino las que carecen completamente de reverso, es fácil identificarlas porque por lo general dejan ver la costura del anverso. Son muy frecuentes en las banderas enastables, en las que el diseñador, ya sea para ahorrar material o sencillamente por desconocimiento, deja de fabricar una de las caras de la bandera. Por lo general ocurre en banderas reflexivas, al menos en Cuba ocurre así. A mi juicio, las banderas incusas constituyen una verdadera amputación del diseño vexilológico, por cuanto trunca una parte fundamental de la vexilografía específica.

En breves líneas he tratado de resumir la problemática de las caras de las banderas, aunque lógicamente, es un tema de mayor profundidad y que necesita otros análisis, especialmente de aquellas personas especializadas en el tema de la Vexilología, y para ello se pone a la disposición de todos cuantos lo deseen este boletín dedicado a la Simbología.

Maikel Arista-Salado,
La Habana, 28 de octubre del 2006

El Escudo de la Habana



La Habana: onomástico de un símbolo.

Dice Domingo Figarola-Caneda en su ensayo Escudos primitivos de Cuba, cómo desde la entonces ciudad de San Cristóbal de la Habana se envió a la Corona la solicitud, no de concesión, sino de confirmación de las armas que «desde tiempos inmemoriales» viene usando la ciudad, solicitud que fue recogida en Acta del Cabildo, de enero del “año de gracia” de 1665. La Habana, para aquel entonces, y aunque desde 1552 disfrutaba del título de ciudad, era un villorrio de acalorados callejones y pestilencias urbanas. Para la construcción de un edificio público, algún ilustre lugareño tuvo la genial idea de incluir el escudo de armas de la ciudad en la arquitectura de la fachada, y es así cuando caen en la cuenta que San Cristóbal de la Habana no recordaba haber obtenido alguna merced de este tipo, de manera que hacen una peligrosa solicitud que mejor, no pudo salir.



Según la exquisita investigación del Dr. Ezequiel García Enseñat sobre el escudo de la Habana, se documenta un interesante antecedente de las armas habaneras, este es el emblema que se constata en las mazas de poder del gobernador D. Juan Vitrán de Viamonte. El emblema se reduce a la silueta o contorno aproximado de tres fortalezas militares, una de ellas, al menos, abaluartada (que debe corresponde al castillo de la Real Fuerza Vieja), en situación de triángulo, y unidas por una línea, y al centro una llave. Es el actual emblema de la Oficina del Historiador de la ciudad de la Habana.

Si tenemos en cuenta que la última de las tres fortalezas militares, el castillo de los Tres Reyes Magos del Morro, fue terminado en 1630, es imposible que desde antiguos tiempos, los habitantes de San Cristóbal usasen las armas que clamaban haber recibido en merced cuando la solicitud fue hecha 35 años después. Por tanto, pensamos que, para evitar trámites más angustiosos y dilatados, y que la Corona solicitara informes sobre el diseño, etc., el Gobernador y Capitán General D. Francisco Dávila y Orejón usó el adjetivo “inmemoriales” quizá para agilizar un tanto los trámites y que no se perdiera tiempo solicitando otros documentos. Y el recurso dio resultado: por Real cédula de 30 de noviembre de 1665, la Reina Gobernadora D.ª Mariana de Austria, Regente ante la minoridad de D. Carlos II, último rey de la Casa de Habsburgo, confirmó las armas de la Habana y afortunadamente las describió, en tanto no existía copia de alguna otra Real merced que concediese blasones a la ciudad cubana. La Real cédula de concesión decía lo siguiente:

“La Reyna Gouernadora Porquanto laciud, de san xptoual de la Havana encarta de Veynte y dos de mayo de este año a representando que con el trans curso del tiempo no se a podido hallar (aunque se a buscado) El origen de la merced, que le está hecha de Tener por armas tres castillos y Vna llaue en campo azul señal de su fortaleza y del Valor con que sus naturales y Vesinos La defendieron como La de fenderán en las ocasiones que se ofrecieran y para honor y lustre deladhaciud, en los siglos venideros.”

Han transcurrido, desde entonces, 340 años. Y durante todo ese tiempo el escudo habanero ha permanecido y afianzádose en la identidad de la Ciudad al punto que, aunque ahora la Habana, como urbe, es una provincia, el gobierno lo continúa usando. Sin embargo a pesar del Real documento de concesión, las armas habaneras fueron objeto del más arbitrario y diverso diseño, desde la posición de sus piezas hasta sus propios adornos, desde su confirmación hasta el resoluto Acuerdo de su Ayuntamiento.

La posición de los blasones era altamente variable; se pueden ver los castillos bien o mal ordenados, puestos en faja o sobre campo de sinople, y en los últimos años de la época colonial y primeros de la República se introdujo un entado en punta, de plata, con el anagrama de la Ciudad en letras de sable, en el escudo de la Ciudad, sin duda Armas apócrifas; en cuanto a los adornos, algunos indebidamente timbraron el escudo con la Corona Imperial y agregaron el Collar del Toisón de Oro, como emblema de lustre, aunque la Corona jamás concedió tales honores. Es así que en 1938, D. Emilio Roig de Leuchsenring propone poner orden al caos imperante con relación al escudo habanero, y solicita del Dr. Ezequiel García-Enseñat sus profundos conocimientos heráldicos. La investigación que presentó García-Enseñat es realmente exquisita, y su propuesta de armas es la que, desde el 11 de noviembre de 1938 ostenta la Ciudad de la Habana, ora municipio ora provincia. El diseño propuesto trajo orden y serenidad a las piezas del blasón, quedaron los castillos puestos en una faja, y esmaltados en plata; la llave debajo, dorada; por adornos las ramas de encina, atadas de azur; y por timbre, la majestuosa Corona mural de la Ciudad, única de su tipo en el mundo en tanto Cuba, por la falta de legislación simbológica, ha adoptado el sistema de identificación en sus coronas murales.

Noviembre ha quedado en la historia, entonces, como el mes del escudo habanero, el día 30 recibió su Real cédula de confirmación en mediados del s. XVII y el día 11, pero del s. XX se oficializó por el Ayuntamiento de la Habana; su diseño tiene piezas que nos confirmó la Corona (diseño interior), pero que indiscutiblemente nacieron aquí, y otros tantos rasgos cívicos asociados históricamente al sistema republicano (adornos). En este mes de noviembre se cumplirán 340 años desde que fue concedido el escudo por la Corona española y 67 desde que se oficializó por el Ayuntamiento. Desde esta tribuna invitamos respetuosamente a las autoridades civiles, historiadores y pedagogos de la Provincia, celebren esta memorable fecha del escudo más antiguo que tiene nuestra patria en uso oficial.

El escudo de la Habana es muestra de la sencillez y sobriedad que deben caracterizar una cota de armas en todo momento. Son solamente tres castillos y una llave, puestos en un campo esmaltado en azur. Así deben ser los escudos de sencillos, elemento que contrasta enormemente con los nuevos escudos de algunos municipios del país que se intentan recargar demasiado con el empleo de todos y cada una de las actividades del territorio, de su historia, de su economía, de sus mártires, y todo, para colmo, en el marco del iconografismo realista que tanto ha dañado nuestro patrimonio heráldico. Recordamos que los escudos son símbolos, y se forman con piezas, particiones y muebles que son, a su vez, símbolos también; de esta manera una pintura no es un escudo de armas, y es esto lo que llamamos iconografismo: pintar un paisaje dentro de un campo heráldico. Otras veces encontramos que la descripción que se ofrece es coherente y perfectamente heráldica, sin embargo el error recae sobre los artistas encargados de llevar el diseño descrito a la obra de arte. Como lamentables antecedentes contamos con los ”escudos” de las provincias de Villa Clara y Holguín —que ojalá sean liberados de esas marcas infamantes—. Decimos infamantes, no por desmeritar a sus autores ni a la provincia, sino porque cuando un escudo de armas es confeccionado y entronizado como tal en contra de las leyes y preceptos se denominan “Armas Falsas o Faltas al Arte”; ¿cómo explicaríamos entonces que escudos provinciales son en realidad “falsos”, según las leyes heráldicas? Y es que tanto para diseñar un escudo de armas, como una bandera, como un paisaje en el caso de la pintura, se requiere dominio de la materia, y lamentablemente los creadores de nuestros escudos cívicos han sido más pintores que heraldistas, porque es indiscutible que la heráldica es ciencia, pero también y sobre todo, es Arte.


Maikel Arista Salado y Hernández
La Habana, y 13 de julio del 2005